Los textos enviados a esta sección deben haber sido rechazados en la sección de "Cartas al Director" de cualquier diario nacional, a pesar de cumplir los requisitos solicitados para su publicación. Con esta iniciativa, que pretende tener continuación en nímeros sucesivos, se trata de poner en evidencia la doble moral de la prensa diaria "democrática" e independiente, que se autoconciben como órganos de expresión de la sociedad civil, pero apenas reserva un espacio muy pequeño para atender las inquietudes de sus lectores. La sección de Cartas al Director no es sino una prolongación de las estrategias de contaminación ídeológica en los mass-media, presentando como opinión pública lo que ha pasado un proceso de selección, abstracción y censura. Esta iniciativa se puso en marcha en el fanzine Amano 5 (1997).
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Un escritor y sus barbaridades
La siguiente carta no fue publicada por El País pocos días antes de que A. Muñoz Molina fuese declarado policía de la lengua. Diversas rectificaciones realizadas por el mismo colectivo a V. Molina Foix y a L. Morales (psiquiatra de Carrington) acerca de la manipulación institucional del surrealismo tampoco recibieron la atención del medio.
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A medida que avanza una concepción conservadora de la vida -en todas sus dimensiones- avanza también una regresión del pensamiento y del arte. Su efecto en estos campos suele derivar en una puesta en cuestión del romanticismo de las vanguardias -y de su dinámica liberadora- a la que se opone una apelación al resurgir de un nuevo clasicismo -cuya naturaleza suele ser restrictiva y tediosa. Otra de las consecuencias de esta regresión hacia el pensamiento conservador es la inclinación muy acusada a moralizar comportamientos, inquietudes, deseos, en definitiva la vida misma. Por el contrario, se pone más acento en recuperar lo que este pensamiento llama las buenas costumbres, en cualquiera que sea el campo de la actividad y la expresión humanas.Subyacen a mi juicio, en estas actitudes, otras de orden reaccionario, en la medida en que manifiestan una nostalgia del pasado, es decir, un 'anhelo de la buena, la bella, la antigua época.' (Bloch). Es difícil sustraerse a la idea de que esta regresión conservadora no recorre el pensamiento del Sr. Muñoz Molina, la cual demuestra una y otra vez en sus artículos escritos en EL PAÍS. Y si es respetable en tanto en cuanto es el punto de vista particular sobre unos fenómenos, también debe ser respetable una crítica muy severa pronunciada desde la ciudadanía (en este caso mi propia crítica). Sinceramente, me causa verdadero pavor leer el juicio de valor -que no observación u opinión sólamente- que usted emitió sobre la juventud (obviamente no sólo de Cáceres) en su articulo de fecha 5-4-95 aparecido en la página 11 de este mismo periódico. Es escalofriante su interpretación arbitraria de la misma, demostrando una falta de lucidez asombrosa acerca de todo lo que acompaña a este período de la vida. Y lo hace, además, desde la posición de poder que le otorga su tribuna intelectual. Además de velar por la salud moral de la juventud, hágalo sobre todo por la suya propia.
Eugenio Castro (Grupo Surrealista de Madrid)
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Subirats y los independientes
Ésta carta, no publicada por El Mundo, fue enviada par el colectivo Alabastro en alusión al artículo "¿Hacia un final sin salida?" de Eduardo Subirats en El Mundo, 23-XI-1996).
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Quizá el Sr. Subirats debería quedarse en Princeton. No sé cuánto tiempo pasa en su país ni el contacto que mantiene con la cultura del mismo, pero parece que no mucho. El corazón de la vida literaria de este país, Sr. Subirats, está muy bien, gracias. Y hablo de la cultura que se vive día a día y que no surca océanos subsidiarios. Su academicismo al reducir la cultura al ambiente universitario dice bastante poco de su apertura intelectual. La cultura late en cualquier esquina si el artista cree y, cuando así ocurre, la falta de atención por parte de las instituciones es lo menos importante. El 'forzado exilio' del que habla el Sr. Subirats me parece obvio en su caso, que no ha sido capaz de resistir en el anonimato trabajando humildemente por la cultura y, desde luego, esto me lleva a dudar de su 'eficiencia', ya que ha tenido que exiliarse para ¿alcanzar mayor prestigio y protagonismo? Lo que hay que hacer, Sr. Subirats, es quedarse aquí y abrir caminos, vivir el arte y la literatura como se come cada día, por verdadera necesidad. Acaso lo único 'putrefacto' sea su afán de protagonismo para figurar en las ¿altas instancias de la pseudointelectualidad?. Bueno, parece que lo está consiguiendo -premios, libros editados, artículos de prensa-; nosotros -después de cinco años de intenso trabajo- no tenemos tanta suerte, quizá porque nuestro entusiasmo sí está enfocado a crear una cultura más allá de lo que se ve o quieren que veamos.La 'otra España' no son precisamente Goytisolo o Valente. Vd. celebrará un congreso al que, una vez más y fotocopia de las instituciones oficiales, convocará a los mismos de siempre con otro collar.
Alabastro, Editores Independientes, Madrid.
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Gracias, Miguel
La siguiente carta está concebida con una voluntad puramente performática y experimental. El contenido expuesto es fruto de la simulación, su autor no es aficionado al ciclismo, sino que practica un juego de lenguaje para movilizar los residuos de irracionalismo nacionalista que conjuga el deporte. Se envió a los tres diarios nacionales de mayor tirada (ABC, El País y El Mundo) antes de la retirada efectiva de Induráin. Tal y como estaba previsto, no apareció en ninguno.
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Incluso las mentes más claras y críticas del país, aquellas que se escandalizan por la omnipresencia del fútbol en nuestra vida y denuncian la dictadura social de los medios audiovisuales no dudan en exaltar, comprender, defender y venerar a Miguel Induráin. Tal consenso cultural tiene un nombre en antropología: mito. El mito hace referencia, en primer lugar, a una narración sobre seres divinos o héroes fundacionales (nacionales), pero también a estructuras consolidadas de pensamiento que funcionan como sustrato cultural que se da por supuesto sin necesidad de demostración racional. El mito es el conglomerado que aúna y sistematiza los elementos distintos de la cultura. Su acepción etimológica desvela también su aspecto pragmático, que es el que en la actualidad se ha consolidado como "proyecto" o "maquinación", es decir, artefacto del poder para catalizar voluntades.
Miguel Induráin ha sido, en efecto, nuestro último héroe épico. Enamorados de su divina humildad hemos terminado creyendo que lo amamos por sí mismo, y no por los impulsos tribales que nosotros depositamos en él. Los deportistas son humanos, pero Induráin no lo fue durante un tiempo ni ha sabido volver a serlo: los deportistas luchan por romper sus propios límites, pero los dioses dejan caer sólo su autoridad. Los deportistas se escapan, baten records, rompen el fuera de juego, pero los dioses castigan al rebelde, hunden al osado y pitan penaltie. Después simplemente se mueren, porque nunca habían existido en sí mismos. Durante estos años la labor de Induráin se ha ubicado en las antípodas de ese gran deportista que es Tony Rominger, luchador, revivido cada vez que los fanáticos del 'rey' lo daban por vencido, superviviente sin embargo al imperio de su verdugo, al que ha terminado enterrando. Porque Induráin nunca creó juego, nunca puso entusiasmo en la carrera: era (era) un pulsómetro. Después de Induráin el ciclismo vuelve a ser divertido y apasionante.
Luis Navarro. Madrid
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