Naturalmente manuscribía misivas y cartas, pero el fascinante fax le hubiera seducido. Abro un paréntesis para lamentar que muchos de mis compatriotas escriban la correspondencia personal a máquina, incluso cuando juegan con el faxtuoso fax. Tamaña ordinariez alcanza la grosería o el masoquismo cuando el macanógrafo es nada menos que escritor. Que ya no son escribas todos los escribidores del país. Beckett respondía a vuelta de correo con hermosa caligrafía que se fue inclinando, hasta casi recostarse sobre la horizontal melancolía del que nada espera. Todo le predisponía a ahondarse en su clarividencia. [Fernando Arrabal]
Fanzine Amano # 1, abril 1995
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