10 de Abril de 1999
Mi querido Fernando, te agradezco profundamente tú interés por saber cuál es mi postura ante la inminente Huelga de Arte del 2000-2001 y aprovechará la ocasión para pronunciarme públicamente sobre este asunto.
Ante todo quiero decirte que difícilmente a partir del 1 de Enero de año 2000 podré cesar mis actividades dentro de los marcos institucionales porque para ello tendría antes que haber entrado en dichos marcos, cosa que nunca me ha sido permitida. Si alguna vez sucede tal acontecimiento, te aseguro que me plantearé seriamente el asunto.
Te prometo que me he leido atentamente todas las proclamas y manifiestos de la convocatoria pero, sinceramente, mis luces no son suficientes para asimilar tanta ciencia revolucionaria. Te explico: cuando leía en el nº 6 de Amano (abril 1997, Karen Elliot & Monty Cantsin & Luther Blisset) que se trataba de "...un concepto de Huelga que abolirá el consumo pasivo: porque todo documento de cultura es ahora un documento de cinismo sobrepuesto a la barbarie; y porque sacudir los yugos que define y legitima la Cultura requiere el esfuerzo (un esfuerzo que antaño se exigió como un derecho) de la participación"... la verdad es que me quedé sumido en un mar de confusionismo.
Lo siento mucho, pero aquello de ..."el fracaso del proyecto postmoderno en el paradigma del Nuevo Orden...."; "La conversión de toda realidad en simulacro, fruto de la sana abolición de todo centro jerárquico de sentido..." etc... me confunde y trastoca mi sentido más elemental de raciocinio popular.
Por lo tanto, mi problema no es sólo que piense que para ponerme en huelga necesito un ente real o figurado "a quién hacer huelga", y este objeto me ha sido negado. Cómo también me ha sido negada la capacidad intelectiva necesaria par entender que "...los conceptos difundidos por el poder se construyen contra la liberación del cuerpo social, al que hay que contener dentro del orden económico"...y, lo peor, es que no entiendo ni siquiera el concepto de artista. Y eso que me dedico al Mail Art y gestiono un archivo museo de tal cosa, pero ni entiendo el concepto ni quiero entenderlo. Creo que las connotaciones que se derivan de su aplicación marcan unas diferencias que nada tienen que ver con el inicial deseo de comunicación entre iguales.
Consecuencia de todo ello es que no puedo ponerme en Huelga de arte porque no me considero artista, ni sé lo qué es ese término, ni comparto el uso común del concepto. Prefiero hablar de creatividad y considero que esta facultad la tiene todo ser humano. El bloqueamiento, represión y fustigamiento de dicha facultad, pueden ser buenos motivos de lucha, pero desde la acción práctica y no teórica.
Precisamente, los autores del manifiesto, que están defendiendo a un colectivo que "...no se deja representar por ningún grupo parlamentario ni ningún medio de comunicación", debe continuar en esa línea si quiere cumplir la otra premisa que se anuncia de "...mantener relaciones interpersonales liberadas de la dinámica abstracta del capital y la rentabilidad política." Tiene que seguir funcionando con la libertad necesaria como para no sentir hipotecada su acción creativa a lo largo y ancho de dos años por unos parámetros demasiado estrechos y restrictivos.
Clemente Padín defendió en su único día de Huelga de Arte en 1990 la función del Arte como medio de Comunicación e interrelación en contraposición con el círculo vicioso del consumo y el mercado. Después rompió su compromiso con los organizadores de Huelga para ponerse a luchar activamente a "traves de su arte" por aquello en lo que creía: la solidaridad.
Esto puede parecer un contrasentido, pero es que las diversas Huelgas de Arte que se han propuesto a lo largo de este siglo, también han resultado una pura contradicción. Normalmente no se ha entendido su finalidad y, mucho menos, la eficacia de la misma. Bien es cierto que, una vez más, quedará abierto el debate del círculo señalado por Padín y probablemente éste sea el objetivo último de los convocantes.
El Mail Art ha constituido un ejemplo paradigmático de este logro. Después de tres décadas de frénetica ctividad, entrará en el nuevo milenium con la misma energía con que fué impulsado por Ray Johnson en los 60. No comercialidad, no selección, no censuras... han sido las palabras mágicas de una actitud artística en la que se prima la creatividad por encima del academicismo perfeccionista y la comunicación por encima de cualquier consagración o templo sagrado de figuras inmaculadas. Un movimiento donde el consagrado ha compartido asiento con el primerizo y jamás a pedido medallas ni reconocimientos. Donde el placer de crear se constituía en el medio y el fín en si mismo.
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