Otro de los "casos" que a mediados de los noventa alcanzó gran repercusión en las redes de contrainformación, poniendo a prueba su capacidad de respuesta y movilización, fue el del periodista y activista negro estadounidense Mumia Abu-Jamal, condenado en 1983 a pena de muerte por el supuesto asesinato de un policía. En el juicio se produjeron una serie de circunstancias sospechosas que pusieron en guardia a las asociones de derechos humanos de todo el mundo. Ello y la conocida militancia de Mumia en asociaciones radicales y de defensa de la población negra, como MOVE o los Panteras Negras, desató una fuerte corriente de apoyo internacional que encontró proyección en los medios de comunicación alternativos que ejercían una auténtica labor de contrainformación, y que se expresaba en forma de cartas de apoyo y de iniciativas de solidaridad que en algún momento tomaron el arte como una forma de acción válida.
"...convocamos a todas las personas y colectivos que deseen participar con su solidaridad en una exposición internacional, cuyo objetivo es recaudar fondos con la cesión de las obras para la campaña de apoyo a Mumia Abu-Jamal y su puesta en libertad. De ahí que esta campaña también se amplíe con una convocatoria a todos/as los/as presos/as del estado español como un acto más de denuncia contra todos los sistemas de exterminio como forma de justicia. Las obras se pueden enviar acompañadas de los datos personales del artista, de los datos técnicos de la obra y del precio reomendado para su venta..." [panfleto difundido a través de diversos medios alternativos y publicado en Amano 4, 1996]Como modelo de acción desde el arte, la iniciativa no suponía ningún programa estético ni un cuestionamiento de los códigos y principios que regían en la institución artística. No iba más allá de suponer una solidaridad natural entre el arte y cualquier tipo de disidencia, o al menos la posibilidad de intervenir a propósito de causas concretas desde la práctica artística comprometida sin cuestionar sus parámetros. No obstante para nosotros se trataba de un modo de acción estética válido, en la medida en que planteaba un nuevo tipo de relación entre el creador y la comunidad, una recuperación de los valores éticos y políticos contra el arte autónomo y del papel de éste en la configuración de un sentido colectivo alternativo.
Hoy el caso de Mumia sigue pendiente de revisión, lo que no puede considerarse un fracaso total de los movimientos de resistencia implicados en su apoyo, que al menos lograron postergar la ejecución en varias ocasiones y dar a la causa una amplia difusión.
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