El "Manifiesto" mediante el que Nelo Vilar pretendía convertir en obra de arte su declaración de insumisión al servicio militar fue una de las primeras iniciativas que supieron sacar partido y poner a funcionar las redes alternativas que se estaban configurando en los noventa a través de la fanedición y el contacto directo entre artistas. Fue publicado y debatido por prácticamente todas las publicaciones alternativas que contemplaban estas cuestiones, y por supuesto por el boletín del Comité de artistas kontra el Arte inserto en Amano, en cuyo número 4 se incluyó. Industrias Mikuerpo documentó también su apoyo al artista a través de un discurso sobre los valores, aunque hemos perdido esa documentación. Finalmente, dado el revuelo mediático provocado por esta cuestión, así como la situación insostenible que estaba creando el movimiento de insumisión, que se había convertido en una patata caliente para el ejecutivo, Nelo Vilar pasó a la reserva junto con numerosos insumisos, hurtándosele así la posibilidad de culminar su acción, que apuntaba a objetivos más amplios.
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El doce de noviembre de 1994 proclamé en los juzgados de Castelló de la Plana el carácter artístico de mi Insumisión al Servicio Militar Obligatorio y a la Prestación Social Sustitutoria, que lo legitima. Ahora me encuentro a la espera de juicio, en el que el fiscal pedirá para mí dos años, cuatro meses y un día de cárcel, o bien ocho años de inhabilitación absoluta y una multa.
Con esta nota pido a los artistas, críticos e intelectuales de todo el mundo que, mandándome unas líneas de apoyo, avalen la condición de obra de arte de esta insumisión -con lo que no debería ser penalizada por los tribunales españoles. Con este proyecto no pretendo simplemente librarme de la cárcel -atendiendo a mi derecho constitucional de creación artística-, sino apostar por un arte que sitúe la creatividad por encima del valor interesado del objeto, que prime la actitud sobre la aptitud, la ética sobre la estética.
Por definición, el artista, como creador, es incompatible con la "sumisión". La creación supone la apertura de vías, por lo que es posible ligar arte y libertad. ¿Quiere esto decir que todos los insumisos, o, más aún, que todo caso de Desobediencia Civil como respuesta a una situación injusta, es una obra de arte? El hecho de que participemos en este Movimiento Social y que hayamos optado por ser uno más de los no-sumisos -a los que el chamán Beuys sí consideraba artistas-, no nos hace perder la perspectiva de que, en realidad, el arte es una tarea que se practica en la soledad, y que no tiene sentido un pensamiento libertario dogmático que obligue a los artistas a participar en esta causa. Recordemos cómo Tristan Tzara consideraba dadaista a todo aquel que estuviese en contra de su conocido manifiesto, o cómo Zaj es no-Zaj. El sentido de la investigación artística se encuentra en esa revisión permanente que permite el cambio. Desde esta perspectiva, y desde el campo de la creación artística, buscamos la simplicidad, hacer la vida más interesante que el arte (de nuevo Dadá); el practicar el arte desde sus márgenes, que es, en definitiva, la investigación artística. Nuestra propuesta se encuentra más próxima a la iconoclasia que al dogma.
Producir arte presume en este momento una incursión analítica. Todo lo que pueda contribuir a un mayor conocimiento del arte puede ser -debe serlo- reconocido como una aportación al propio arte. La intervención en el campo del movimiento pacifista, de los movimientos sociales, del sistema judicial y político español, pero sobre todo del sistema artístico, plantea una propuesta analítica del arte que pretende explorar sus límites, buscar de nuevo sus principios fundamentales, interpelar al sistema artístico actual y mostrar sus contradicciones, la hipocresía del arte institucional, desde una actitud ética que interactúa con la realidad.
El marco de esta intervención excede el sistema artístico. No hay espectadores, sino participantes. El público es directamente interpelado, y el cuestionamiento de lo que es o no arte implica activamente a todo aquel que, por medio de una noticia en un periódico o en una radio, advertido por un compañero o avisado por correo por el propio artista con este manifiesto, toma una postura, a favor o en contra, de una forma de entender el arte. Unos receptores, pues, distintos al público especializado del arte o de los movimientos sociales.
¿Es mi insumisión una obra de arte? Y si es así, ¿puede ser encarcelado un artista por realizar su trabajo? ¿Es este un atentado contra la libertad de expresión, además de contra la libertad de conciencia? ¿Es legítima toda investigación ético-estética, o tan solo la admitida por el Estado a través de sus instituciones? En el segundo caso, ¿qué tenemos que decir de los desertores de la primera guerra mundial que fundaron Dadà, y que se idealizan en las escuelas e institutos como modelo artístico del siglo XX? ¿Son los jueces válidos como críticos de arte? ¿No sería más justo que fueran los críticos de arte los que juzgaran a los artistas? ¿Sería bueno para el arte que los artistas purgaran la poca calidad de sus propuestas en instituciones penitenciarias? Y con grandes palabras ¿qué relación hay entre arte y sociedad? ¿Qué relación queremos que haya? ¿Para qué sirve un arte hecho desde la institución?...
Nelo Vilar
publicado en Amano # 4 (1996)
publicado en Amano # 4 (1996)
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