por Luis Ruid, en Amano # 4 (noviembre 1996)
Menos optimistas que ayer. Pues hemos pasado de preguntarnos por qué de pronto surge tal cantidad de fanzines y se hacen visibles tantas ediciones independientes, cuyas reseñas empezamos a coleccionar como cromos y cuyos ejemplares intercambiamos con a veces lamentable promiscuidad, a preguntarnos por qué los medios descubren de pronto este fenómeno y le dan tratamiento de realidad, cuando todos sabemos que es la ilusión su fundamento. E ilusiones hay tantas, al menos, como ilusos, y tan ambiguas como el número y la calidad de ellos.
Nunca hemos dicho que una revista que vende 500 ejemplares se venda más que otra que vende 100. En realidad nunca hemos planteado este problema matemático. Lo que sí hemos venido manteniendo es que es mucho menos inocente vender 500 que 100, y muchísimo menos todavía regalarlos, y ésto sin que la inocencia nos parezca un valor valioso. Lo que sí queda claro es que los medios de masas venden mucho más de 500 y nosotros, a pesar del salto a la opinión pública, seguimos sin atrevernos a decir lo que "tiramos". Es decir, seguimos siendo inocentes, mucho más ilusos de lo necesario para seguir creando y editando.
Valoramos positivamente el salto a la realidad de los fanzines y publicaciones independientes y nos preocupa el entorno de exaltación de lo alternativo en que éste se produce. Creemos observar que el concepto de independencia se está consolidando en la ideología sin una crítica de su potencial y de sus limitaciones semánticas. De sus limitaciones, porque hemos perdido de vista lo que es un fanzine, y nos hemos acostumbrado a percibir como fanzine todo lo que así se hace llamar, con lo cual en los ochenta los ayuntamientos comenzaron a hacer fanzines, y en los noventa se pondrán a ello las multinacionales. De su potencial, porque al perder de vista lo que es un fanzine, su contenido de verdad más allá de su "mensaje" explícito, se olvida qué viene a aportar la prensa marginal y por qué es necesario. Con lo que cambia también su función social. Cuando se pretende integrar de un sólo golpe no unos contenidos alternativos, sino el concepto "alternativo" en bloque se pretende congelar la dialéctica. La apropiación por parte del sistema del concepto de "lo alternativo" suena a totalitarismo funcional, pretende el control sobre el motor de la fuga. La prensa marginal marcó en su momento directrices culturales y ha conseguido incomodar al sistema y hacerle cambiar de rumbo. Ha conquistado una historia y un sentido sin el apoyo de los medios. Ahora éstos le dan realidad social, valor cultural. ¿La configurarán también?
Es infructuoso trazar frentes críticos a un desarrollo inevitable, mejor atender a las posibilidades de intervención sobre el proceso. Las nuevas configuraciones políticas e informacionales son mucho más sensibles a la inoculación de "virus" que a la erección de barricadas. El mundo de las publicaciones alternativas experimenta el tránsito del estado latente al actuante en la comunicación social, momento crítico en que puede ser metabolizado. En este punto tiene la función de dar noticia de lo nuevo, lo procesual y emergente. El fanzine como "noticia" deja de ser noticia y se convierte en galería de vanidades. En un modo más de ahogar la ilusión mientras se mantiene ocupados a los ilusos.
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