Dentro de todo lo que ha sucedido a lo largo de los últimos veinte años, el cambio más importante reside en la propia continuidad del espectáculo. [Guy Debord]
El # 7 de Amano marca el inicio de la autodisolución de Industrias Mikuerpo en el Movimiento de Resistencia Vírica con una portada muy recordada: un desvío de una viñeta situacionista desviada que exclama: "Cambiaremos el uniforme por el disfraz, nos filtraremos en los medios y reventaremos el espectáculo desde dentro". En este mismo número se inicia la publicación de los escritos de los situacionistas, pobremente traducidos al castellano y en su mayor parte inéditos o dispersos en editoriales alternativas y piratas.
Así como la crítica marxista del capital sentó las bases de la teoría y de la praxis revolucionaria que ha atravesado nuestro siglo, la crítica situacionista de la “sociedad del espectáculo” y los problemas que aparecen vinculados a esta crítica serán la base de la teoría y la praxis subversiva del próximo principio de milenio. Lo que pretendemos es hacer accesibles a la base social, desde la base social, una serie de contenidos ideológicos y de elementos de juicio normalmente reservados a un círculo de iniciad*s o a la clase hegemónica, romper por tanto la línea de demarcación (culturalmente establecida) entre “alta cultura” y “cultura de masas”, y animar la producción y difusión de ideas como valor de uso, fuera de los circuitos establecidos por el mercado y la miserable gestión política que soportamos. (“Archivo Situacionista Hispano”, en Bandaparte # 14/15, mayo 1999).
No es que el propósito variase mucho en su formulación ni que hubiésemos avanzado en él, pero se trataba entonces de presentar referentes que a nosotros nos habían faltado, de abrir la matriz ideológica que podía inspirar a un movimiento que ya estaba en marcha y que pronto daría sus frutos. La asunción del papel de difusores del pensamiento situacionista fue totalmente impremeditada, así que venía a responder a una necesidad. Abrimos una sección en la web de mikuerpo titulada con cierta ironía “Archivo Situacionista” para incluir textos que podían ilustrar las raíces de algunas de nuestras prácticas, así como traducciones propias que aparecían en el fanzine. La mentalidad de la red en sus orígenes era la de un niño que está aprendiendo a experimentar un entorno nuevo para él, así que la gente no tardó en creerse lo del archivo, o quizá estaban encantados de promover un recurso que crecía en los arcenes de los caminos conocidos, como una especie de chabola convertida en punto de encuentro. Pronto llegaron las aportaciones desinteresadas, los textos piratas sin derechos, las revisiones críticas y las actualizaciones, los vínculos con los archivos de otras lenguas. Nos llegaban traducciones de textos completos, más o menos dudosas, y libros enteros escaneados. Toda aquella generosidad nos imponía una tarea, y era previa a los palos que lloverían después por llevarla a cabo.
En pocas semanas, el volumen del archivo creció hasta las mil páginas impresas y doscientos documentos que incluían la mayor parte de los textos conocidos de la revista Internationale Situationniste. Repuntaba aquí, a pesar de que todavía no se habían desarrollado herramientas y formas de edición que favorecerían la descentralización del proceso, una forma de trabajar que sería el sustrato de proyectos de producción colectiva de conocimiento como Wikipedia y similares. Tras la desaparición de Mikuerpo, el archivo se convirtió en uno de nuestros focos principales de actuación y en lanzadera de las nuevas formas de acción. Se había creado una corriente que miraba a la I.S. como un proyecto truncado y un arsenal oculto. El suicidio de Debord había abierto la veda de una moda tan peligrosa como en peligro, expuesta ahora a la banalización y a la normalización del dominio público. Pensábamos que nuestra función era sustraer esa corriente del pálpito de la moda para intentar componer un movimiento de mayor profundidad y sembrar de obstáculos y bombas fétidas la senda de la recuperación.
Los propios situacionistas decían a menudo que “el pesimismo es siempre contrarrevolucionario, lo cual es probablemente cierto, pero (…) no querer contar con este pesimismo supone hoy un grave error que pasa por alto, entre otras cosas, la propia aventura situacionista y la terrible falsedad en que deriva todo cuanto tiene hoy alguna trascendencia social gracias al poder mediático y tecnológico. Hoy se asumen dos formas fundamentales de afrontar este poder: por una parte, una suerte de hibridación posibilista con la realidad existente que permita ir creando espacios de autonomía social, aprovechando las nuevas redes de comunicación y el hecho de que la realidad generada por estos medios no es homogénea. Tal es el esquema aceptado por Negri cuando opone las multitudes frente al imperio. Otra táctica más radical es la que parte del punto de vista situacionista: la creación de un “doble poder” en la cultura que prefigure un enfrentamiento crucial. Con todas las dificultades que supone esta segunda vía, invisibilidad, descoordinación, etc., creo que es la que plantó en los 80 y 90 la semilla de un movimiento antiglobalización que hoy se ha vuelto demasiado confuso y oportunista. (entrevista de La Felguera a Literatura Gris, La Felguera # 10, 2001).
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