un apócrifo bissettiano
a propósito del vídeo sexual de Pedro J. Ramírez. Publicado en el boletín electrónico amanita (octubre 1997).
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Información contra información
LUTHER BLISSETT FOLLA CON/A LOS MEDIOS
a propósito del vídeo sexual de Pedro J. Ramírez. Publicado en el boletín electrónico amanita (octubre 1997).
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Información contra información
LUTHER BLISSETT FOLLA CON/A LOS MEDIOS
por Luther Blissett
Yo, Luther Blissett, aunque no me considero responsable de esta acción, soy el verdadero inspirador, instigador e inductor del video-fanzine en edición limitada "JODE (con) LOS MEDIOS", intervenido por la policía en las oficinas de correos donde esperaba ser distribuido por contener imágenes sobre el lado humano de un inhumano "pope" de la comunicación.
Aunque el periodista, asistido por su grupo de espías e infiltrados, logró intervenir la mayor parte de esta edición, algunas copias alcanzaron su objetivo y explotaron en la agencia enemiga. El periódico El País dosificó su información, no tanto para evitar incurrir en un posible delito de difamación que en cualquier caso no lo sería como para evitar un posible "efecto boomerang" que disolviese el prestigio de toda la estructura de información sobre la que se sostiene la política española. De hecho, El País sólo ha utilizado la noticia para "destacar el tratamiento desigual" dado a uno de los diputados del PSOE que pagó sus sesiones eróticas privadas con dinero público (12-11-07, p. 14). Al mismo tiempo se difundía, desde epicentros muy específicos, los contenidos del video-fanzine, hoy bien conocidos por la gente, según la fórmula de la conspiración: el director de un periódico enemigo, vestido con ropas delicadas y tradicionalmente femeninas, jadeando de placer al ritmo de la sodomización que le practica una prostituta que ha sido arrestada por la policía.
Esta acción se explica mejor mediante consideraciones más amplias y profundas que la mera acusación de ciertos hechos que, desde nuestro punto de vista, son más aceptables que punibles. Por la misma razón, no pretendemos hacer un buen servicio a sus competidores en el uso abusivo de la información, enfrentados hoy por cuestiones políticas, ni a quienes desde nuestro pasado reciente mantienen algún resentimiento contra quien derrochó su vida en la administración política de la basura informativa generada por la corrupción de otros.
Conocer las inclinaciones sexuales de los líderes de la democracia y de la moral pública no nos indispone contra ellos, sino exactamente lo contrario. La gente común también las practica, ¡incluso más imaginativas! Todo lo que este suceso nos ofrece es un interesante perfil psicoanalítico del personaje que, de alguna manera, podría llegar a explicar sus patologías verbales. El refinamiento en el goce sexual y la búsqueda de placeres alternativos ya no es monopolio de las "clases altas", ni el poder se ha inscrito en el sexo de forma brutal sólo para ellos. En consecuencia, desde una consideración puramente ética, no podemos entender la necesidad de ocultar una información que, lejos de implicarlo en ningún crimen, podría hacer públicas las sucias tácticas de sus enemigos jurídicamente atacables.
Actualmente, el uso del placer sexual en cualquiera de sus expresiones no es contemplado en España como un delito, excepto en situaciones de explotación evidente que la justicia está acostumbrada a pasar por alto. Se dice que España es un país tolerante en cuestiones de sexualidad, y que nunca un problema de este tipo ha trascendido hasta el punto de derribar a un personaje público como sucede en Inglaterra. El glamour ha encontrado un campo favorable en nuestra cultura y ha invadido los medios de comunicación, como una recreación espectacular y masiva de la elitista "Movida" en la que militó nuestro personaje. Por otra parte, la interferencia en la vida privada de las personas es contemplada como delito, y con más razón la difusión pública de material obtenido de esta manera.
Sin duda el director de un gran periódico que se erige en defensor de la moral pública contra las violaciones y las corrupciones de los políticos socialistas, el mismo que sabe cómo detectar a tiempo la difusión molecular de un fanzine y que es experto en manejar tácticamente no sólo vídeos, sino grabaciones telefónicas, comidas de trabajo, confesiones exclusivas, micrófonos ocultos, información obtenida por medios sospechosos que suponen el trato habitual con delincuentes y mafiosos de la política y el crimen formal, sin duda, decimos, él debe saber mucho sobre ello.
Esta acción conspirativa reclama la herencia del artista en su expresión revolucionaria, su sentido no reside en el acto específico del que informa, sino en la serie de contradicciones que descubre. No se trata de convertir a nadie en víctima del monstruo que él mismo ha generado, objetivo de sus propios traidores con sus mismas tácticas, ni en denunciar cómo le huele el culo a este escatómano de lo ajeno, sino en advertir que un nodo donde se cruzan el poder, la información y la economía explota mostrando su mentira.
La objetividad es imposible donde se dirime el interés. La censura practicada por Pedro en lo que concierne a esta noticia no es menos real que la que practicaban los censores dictatoriales ni de la que se practica cotidianamente en los medios de comunicación. En el primer caso se trata de ocultar aspectos de su propia personalidad que no están interesados en que trasciendan; en el último se trata de ocultar aspectos de su propia administración que no están interesados en reconocer. En ambos casos hay serios intereses en juego que convergen en este episodio específico. Cuando se trata de utilizar la política o la información comercialmente, los medios reclaman libertad de expresión absoluta. Así nos imponen la vida privada de gente que previamente ha renunciado a ella. Nos imponen el consumo de la vida privada de los personajes públicos, y no nos informan de la fundación de centros sociales, con el argumento de que lo que la gente desea leer es lo que es noticia.
El sentido final de esta intervención artística reside, por lo tanto, en denunciar la autorreferencia de los medios que les hace incapaces de objetividad. Volviendo sus propias tácticas contra ellos, Luther Blissett ha desenmascarado la falsedad inscrita en sus fundamentos como signo de dominación. Al mismo tiempo, queríamos mostrar a la opinión pública cómo cien copias de un fanzine pueden producir una conmoción social si afecta a los puntos claves y logra una amplificación mediática correcta. Nos negamos a admitir que el producto de la reflexión de la gente sea menos importante que los polvos de la princesa ninfómana o del príncipe gay, por ejemplo.
LAS LEYES JUSTIFICAN EL USO DE VIDEOCÁMARAS CONTRA LAS PERSONAS, PERO LOS PATRONES DEL ESPECTÁCULO SE NIEGAN A SER ENFOCADOS. UNA BRUTAL SUBVERSIÓN DEL MUNDO NOS HA CONVERTIDO EN ESPECTADORES DE NUESTRO PROPIO ESPECTAR.
Y también:
LOS HELICÓPTEROS DE LA POLICÍA GRABAN MUCHAS ESCENAS DE SEXO ENTRE GENTE CORRIENTE, PERO TU, CIUDADANO DE SEGUNDA, SÓLO SALDRÁS EN LAS NOTICIAS CUANDO MATES A ALGUIEN.
Aunque el periodista, asistido por su grupo de espías e infiltrados, logró intervenir la mayor parte de esta edición, algunas copias alcanzaron su objetivo y explotaron en la agencia enemiga. El periódico El País dosificó su información, no tanto para evitar incurrir en un posible delito de difamación que en cualquier caso no lo sería como para evitar un posible "efecto boomerang" que disolviese el prestigio de toda la estructura de información sobre la que se sostiene la política española. De hecho, El País sólo ha utilizado la noticia para "destacar el tratamiento desigual" dado a uno de los diputados del PSOE que pagó sus sesiones eróticas privadas con dinero público (12-11-07, p. 14). Al mismo tiempo se difundía, desde epicentros muy específicos, los contenidos del video-fanzine, hoy bien conocidos por la gente, según la fórmula de la conspiración: el director de un periódico enemigo, vestido con ropas delicadas y tradicionalmente femeninas, jadeando de placer al ritmo de la sodomización que le practica una prostituta que ha sido arrestada por la policía.
Esta acción se explica mejor mediante consideraciones más amplias y profundas que la mera acusación de ciertos hechos que, desde nuestro punto de vista, son más aceptables que punibles. Por la misma razón, no pretendemos hacer un buen servicio a sus competidores en el uso abusivo de la información, enfrentados hoy por cuestiones políticas, ni a quienes desde nuestro pasado reciente mantienen algún resentimiento contra quien derrochó su vida en la administración política de la basura informativa generada por la corrupción de otros.
Conocer las inclinaciones sexuales de los líderes de la democracia y de la moral pública no nos indispone contra ellos, sino exactamente lo contrario. La gente común también las practica, ¡incluso más imaginativas! Todo lo que este suceso nos ofrece es un interesante perfil psicoanalítico del personaje que, de alguna manera, podría llegar a explicar sus patologías verbales. El refinamiento en el goce sexual y la búsqueda de placeres alternativos ya no es monopolio de las "clases altas", ni el poder se ha inscrito en el sexo de forma brutal sólo para ellos. En consecuencia, desde una consideración puramente ética, no podemos entender la necesidad de ocultar una información que, lejos de implicarlo en ningún crimen, podría hacer públicas las sucias tácticas de sus enemigos jurídicamente atacables.
Actualmente, el uso del placer sexual en cualquiera de sus expresiones no es contemplado en España como un delito, excepto en situaciones de explotación evidente que la justicia está acostumbrada a pasar por alto. Se dice que España es un país tolerante en cuestiones de sexualidad, y que nunca un problema de este tipo ha trascendido hasta el punto de derribar a un personaje público como sucede en Inglaterra. El glamour ha encontrado un campo favorable en nuestra cultura y ha invadido los medios de comunicación, como una recreación espectacular y masiva de la elitista "Movida" en la que militó nuestro personaje. Por otra parte, la interferencia en la vida privada de las personas es contemplada como delito, y con más razón la difusión pública de material obtenido de esta manera.
Sin duda el director de un gran periódico que se erige en defensor de la moral pública contra las violaciones y las corrupciones de los políticos socialistas, el mismo que sabe cómo detectar a tiempo la difusión molecular de un fanzine y que es experto en manejar tácticamente no sólo vídeos, sino grabaciones telefónicas, comidas de trabajo, confesiones exclusivas, micrófonos ocultos, información obtenida por medios sospechosos que suponen el trato habitual con delincuentes y mafiosos de la política y el crimen formal, sin duda, decimos, él debe saber mucho sobre ello.
Esta acción conspirativa reclama la herencia del artista en su expresión revolucionaria, su sentido no reside en el acto específico del que informa, sino en la serie de contradicciones que descubre. No se trata de convertir a nadie en víctima del monstruo que él mismo ha generado, objetivo de sus propios traidores con sus mismas tácticas, ni en denunciar cómo le huele el culo a este escatómano de lo ajeno, sino en advertir que un nodo donde se cruzan el poder, la información y la economía explota mostrando su mentira.
La objetividad es imposible donde se dirime el interés. La censura practicada por Pedro en lo que concierne a esta noticia no es menos real que la que practicaban los censores dictatoriales ni de la que se practica cotidianamente en los medios de comunicación. En el primer caso se trata de ocultar aspectos de su propia personalidad que no están interesados en que trasciendan; en el último se trata de ocultar aspectos de su propia administración que no están interesados en reconocer. En ambos casos hay serios intereses en juego que convergen en este episodio específico. Cuando se trata de utilizar la política o la información comercialmente, los medios reclaman libertad de expresión absoluta. Así nos imponen la vida privada de gente que previamente ha renunciado a ella. Nos imponen el consumo de la vida privada de los personajes públicos, y no nos informan de la fundación de centros sociales, con el argumento de que lo que la gente desea leer es lo que es noticia.
El sentido final de esta intervención artística reside, por lo tanto, en denunciar la autorreferencia de los medios que les hace incapaces de objetividad. Volviendo sus propias tácticas contra ellos, Luther Blissett ha desenmascarado la falsedad inscrita en sus fundamentos como signo de dominación. Al mismo tiempo, queríamos mostrar a la opinión pública cómo cien copias de un fanzine pueden producir una conmoción social si afecta a los puntos claves y logra una amplificación mediática correcta. Nos negamos a admitir que el producto de la reflexión de la gente sea menos importante que los polvos de la princesa ninfómana o del príncipe gay, por ejemplo.
LAS LEYES JUSTIFICAN EL USO DE VIDEOCÁMARAS CONTRA LAS PERSONAS, PERO LOS PATRONES DEL ESPECTÁCULO SE NIEGAN A SER ENFOCADOS. UNA BRUTAL SUBVERSIÓN DEL MUNDO NOS HA CONVERTIDO EN ESPECTADORES DE NUESTRO PROPIO ESPECTAR.
Y también:
LOS HELICÓPTEROS DE LA POLICÍA GRABAN MUCHAS ESCENAS DE SEXO ENTRE GENTE CORRIENTE, PERO TU, CIUDADANO DE SEGUNDA, SÓLO SALDRÁS EN LAS NOTICIAS CUANDO MATES A ALGUIEN.
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