viernes, 28 de mayo de 2010

Perseo dominando

Acción social y medios de comunicación

por Luis Navarro

1. Si el mito de Prometeo escenifica el afán contrariado y penitente de la modernidad, el de Perseo representa esa otra modernidad triunfante, y a su manera culminada, en la definitiva cancelación del modelo moderno de revolución social. Si consigo demostrar ésto, aunque sea poéticamente, habré demostrado poéticamente que se requieren nuevas estrategias de movilización más flexibles, adaptadas a los nuevos modos de colonización de la conciencia practicados por el dominio. Esta nueva configuración estratégica va poco a poco abriéndose paso dentro de los nuevos movimientos sociales de un modo natural. Otra consecuencia no exenta de interés sugiere que la superación del mito que se arroga la modernidad no sería sino un sutil desplazamiento de paradigma, y nuestros cada vez más descontextualizados modos de vida no se habrían emancipado del conflicto representacional, sino que habrían sucumbido a él de un modo nuevo. Seguimos en el mito, contra el mito. Lo único que ha perdido densidad es el lenguaje con que nos enfrentamos a él. No podemos inventar sin conocer la historia.

El espíritu resolutivo de Perseo tiene que ver con el optimismo positivista de la joven modernidad. Dicha resolución no queda menos patente al re-presentar sus hazañas que en el momento mismo de su ejecución: Perseo enumera la secuencia de sus actos como si leyese un manual de instrucciones. Su arrojo es sinónimo de su fortuna, lo que nos lleva a dudar acerca de si la radical insensatez con que Perseo promete la cabeza del monstruo a su padre adoptivo Polidectes no estará en el fondo calculada. No en vano el rapaz tiene buenos apellidos, aunque eso sólo Zeus y su madre quizá lo sepan a ciencia cierta, y acaso la larga serie de sus hazañas no sea sino el currículum inflado de un hijo de tal. Por otro lado es siempre la racional Atenea la que actúa y decide por su cuenta.

El asalto a los viejos terrores y supersticiones que impedían el progreso de la humanidad hacia la conquista de nuevos horizontes de experiencias tiene que ser llevado a cabo por un elegido, en este caso un héroe solar, polvo de estrellas, como en otras leyendas más crueles y miserabilistas. Pero a este nuevo redentor que es también figura remota de nuestro pasado inmediato (y de nuestro presente mediático) no le pesa la misión divina: se siente más como un conductor de bólidos corriendo contra sí mismo. Una liberación como la que la modernidad proclamaba requiere un bastardo de alta alcurnia, un revolucionario descastado, un grandísimo crack, y yo propongo que fue Perseo, pijo de tres padres...

¿A cuál le correspondía matar, según el ciclo de Ananke? El griego es fatalista y Perseo, por si acaso, arrambla con todos, incluso con el Padre de los padres, pues ¿qué otra misión acomete cuando descabeza a la Medusa que la eliminación de su más angustioso horror, la pérdida de las huellas de su propio destino? ¿A qué se enfrenta Perseo en la región sin retorno de los hiperbóreos? A un límite geográfico y mental, pero también y antes a su propio vacío, a su desarraigo, al ansia de totalidad inducida en sus genes por el propio Zeus. ¿No está hecho de miedo el límite entre lo divino y lo humano? ¿No habitan las Gorgonas ese límite? ¿Y no fue ese límite trascendido en el proyecto de modernización de las conciencias al tiempo que "Dios había muerto"?

Nadie le pide que afronte la arriesgada misión, ni él tiene constancia de cómo llevarla a cabo con medios humanos. La inquietud juvenil de Perseo, fuera de los cauces familiares de sentido, sólo precisa un motivo para consagrarse a él hasta el martirio. Al contrario que Ulises, Perseo no es precisamente el paradigma de la astucia ni de la inteligencia madura. Sin el pasaporte de los dioses lo sería de la irreflexión autodestructiva, pero hay una mecánica de las acciones en todos los mitos que en muchos casos les lleva a parecer sobrerreflexionados. Así Perseo no solicita meramente la confianza de su tutor intentando proporcionarle el más preciado de los dones, pues no se trata del pacto de Perseo con Polidectes sino de la cuenta pendiente con Zeus. Eliminando el límite Perseo accedería a la totalidad, liberaría su deseo en múltiples direcciones y daría cumplimiento a un destino cuyas claves no puede todavía descifrar.


Resulta difícil comprender desde la sociedad de la imagen el horror que la caracterización de Medusa mediante un racimo de serpientes debía producir en el espíritu de nuestros antepasados. Basta decir que su mera visión petrificaba, que no era preciso contacto alguno con las criaturas infernales que bullen en su cabeza. Ni la afectación de los pintores simbolistas ni la afección de algunos diseños "death" han sobrepasado el ridículo al intentar representar el efecto de esta intuición poética, que va más allá de la naturaleza reptil y viscosa de la serpiente para cargarse con arcaicas leyendas de fascinación. En realidad estamos ante un irrepresentable, acaso el irrepresentable por excelencia, del que lo único que podemos decir desde el discurso con cierta certeza es que es el horror de los horrores o la suma de todos lo horrores, un enigma pues todavía más profundo que el de la muerte, aunque emergido de la misma. Que Medusa fuese horrible no quiere decir que fuese fea. Es, por supuesto, una imagen tenebrosa, pero podían haberse buscado muchos otros referentes para sostener idealmente la fealdad que el de la serpiente, cuyo efecto en el ser humano tiene mucho más que ver con lo visceral e instintivo. Cabe pensar incluso que fuese portadora de una hermosura insoportable, aunque me inclino a pensar que no responde a un horror universal sino al reflejo subvertido del fantasma del que mira, y que en esa medida no tendría poco de "revelación". En el caso de Perseo, podríamos aventurar por este camino que Medusa proyectase un rostro diabólico de Zeus, o un vacío tan grande como el que mueve su inquietud.

El poder de Medusa reside en su mirada: todo el que cruza sus ojos con ella queda petrificado. Sin embargo su mirada resulta inofensiva mientras Perseo no cometa el error de mirarla a su vez. Del mismo modo sería inofensiva si Medusa pudiera ser vista sin que el héroe se expusiese a enfrentarse a ella directamente. La petrificación alude a la fascinación que produce la visión del nido de serpientes, porque se produce inmediatamente después de un cortocircuito de miradas. La revelación, y la secuente anulación del impulso vital, acontece sólo si no falta alguno de los dos elementos, los dos polos de la comunicación en posición de >on>, lo que sugiere que el sujeto petrificado participó activamente de alguna manera en el proceso que desencadenó su muerte. Es lo que me ha llevado antes a proponer que el horror que Medusa infunde estaba ya de alguna manera infuso en el que mira, que el abismo de sus ojos refleja el abismo de cada mirada, y acaso la Medusa no sea sino un espejo que congela la verdad. En la experiencia de la fascinación el individuo se siente extrañado, sacado fuera de sí por efecto de una imagen que ejerce sobre el mismo una atracción vertiginosa. Pero el efecto de la propia curiosidad no es un aspecto marginal en dicha experiencia, ni el estupor que nos conmueve deja de sernos siniestramente familiar.

La estructura de este encuentro permite una analogía nada forzada con nuestra interacción cotidiana con los medios de comunicación audiovisuales, pero no iremos tan deprisa ni tan llano. La imagen viviente de Medusa corresponde a la difusión unidireccional de miedo y de poder, el establecimiento de un límite inviolable y a una impermeabilidad que no hace justicia al funcionamiento real de estos medios, pues si bien es cierto que la televisión, la prensa oficial y en general todas las infraestructuras comunicativas de amplio alcance trabajan denodadamente en la producción y difusión unidireccional de miedo, también lo es que el material lingüístico con que lo hacen es dúctil, detornable y abierto a la utopía. No en vano la muerte de la Gorgona, engendrada por Poseidón, era condición sin la cual no nacería Pegaso, el caballo alado que ilustra la utopía y que ella guardaría en su seno hasta la muerte. El juego de espejos que la hazaña de Perseo instaura se ha desarrollado hasta producir pliegues infinitos e infinitamente complejos en la realidad.

Sustraerse a las miradas, sustraerse a mirar, es un juego permanente en el ciclo de Perseo. Hacer visible al otro y hacerse invisible. Gana el que no ve, la ciega osadía del héroe cerrando los ojos para no ser visto. Para acceder a Medusa arrebata a las Grayas el único ojo y el único diente que las tres compartían, bienes escasos pero seguramente poderosos que nuevos episodios del ciclo traducirían en el Panóptico y la Máquina, voluntades menos ingenuas. Perseo es todavía un mercenario contra el sistema, la imagen moderna de la revolución social y el primer activista que para esconderse roba los ojos de la policía. No creemos que Zeus se atreviese a mirarle a los suyos (¿era Perseo la Medusa de su padre?), a juzgar por las numerosas ocasiones en que hace la vista gorda ante el desorden moral provocado en el mundo por su retoño. Entre las herramientas que le subvencionan sus tíos figura un yelmo que le hará invisible, y un escudo tan pulido que le permitirá llevar a cabo la primera acción terrorista virtual. La voluntad alegórica establecerá aún nuevos juegos de interpretaciones para cada uno de los instrumentos de guerra proporcionados por la industriosa Atenea: las sandalias aladas como metáfora de la ubicua red de comunicación, el yelmo invisibilizador como poder abstracto del capital que diluye responsabilidades, el escudo reflectante (y la cabeza de Medusa) como orden político de la representación... La representación, la imagen, el reflejo del mundo juega así mismo un papel determinante en numerosos episodios de la historia; sin duda el que destaca es el propio momento de la ejecución de Medusa, que se lleva a cabo actuando sobre su imagen, negando a través de ella la realidad que tiene delante de los ojos. Aunque Medusa hubiese despertado de su sueño, habría buscado con desesperación los ojos de su enemigo y no habría hallado sino el reflejo subvertido de su propia mirada.

¿Cómo no amar a ese joven impetuoso que derriba cercos de terror en nombre de nuestros mejores ideales? Perseo dominando entre Grayas y Gorgonas, entre reyes y dioses, Perseo asesinando padres a destajo con sofisticados artilugios, blandiendo sin arrepentimiento la antorcha de la liberación. Del limpio tajo con que la hoz de diamante descabezaba a Medusa elevó el vuelo un caballo alado. ¡Pegaso volaba muy alto! Demasiado alto, quizá, pero ya no estaba escondido en el seno del horror.

Pues bien: pese a que el Arte y la memoria humana han puesto todo su candor en recordar a Perseo en sus mejores momentos (tiernamente incestuoso Perseo con Dánae, Perseo ejecutando a Medusa, Perseo liberando a Andrómeda) lo cierto es que la muerte de la Gorgona inaugura un nuevo ciclo de terror mucho más perverso, ambiguo e impredecible. Perseo no nos libera de la Medusa: se la apropia para sí. Desde su origen la empresa se afronta como una conquista y no como una disolución de poderes. Por supuesto Polidectes no confía en que Perseo se haga con el botín, sino sólo en perderlo de vista para siempre y casarse así con su voluptuosa madre. Por su parte, si Perseo en su adolescente ingenuidad pensó alguna vez dar aquel poder a su padre adoptivo, consciente ahora de su alcance comenzará a acariciar otros planes. La cabeza segada de Medusa es el arma definitiva. Así, durante el camino de vuelta y por el mero hecho de que le pilla de paso, Perseo fosiliza a todo gigante, reyezuelo o dinosaurio marino que se pone al alcance de la fascinante cabeza de Medusa dominada.

Antes Medusa se ubicaba en la región del límite, no buscaba a los seres humanos. Podía dormir en paz el conformista, Medusa era sólo una posibilidad y un castigo para el osado que pretendiese "ver más allá". Medusa dominada busca en cambio a los hombres, no es ya un fin a conquistar sino el medio para emprender nuevas conquistas. Es esta Medusa controlada y puesta a disposición del dominio la que conocemos en las sociedades occidentales a través de los medios de comunicación de masas. Todavía muerta conserva su poder fascinante, pero ahora se ha institucionalizado, trascendidos los márgenes del delito. Con este arma poderosa, capaz de atrapar y congelar en su mirada todas las miradas, Perseo emprende una carrera de poder inobjetable por el propio Zeus.

El hecho de que la cabeza de Medusa muerta e instrumentalizada produzca los mismos efectos entre sus enemigos que cuando estaba viva confirma la suposición de que el poder petrificador del monstruo no residía en ella misma. Tanto antes como ahora, se limita a reflejar una representación congelada de cuanto se le propone. ¿No debería causar júbilo la pública exhibición de su cadáver, la abolición regimentada de un límite? Y sigue causando estupor. Del mismo modo, la esperanza depositada en los medios de comunicación de masas, como espacios donde la información se hace universalmente asequible, se torna en cínica y petrificada espectacularización de la vida a través de su representación. Esto demuestra que la representación conserva su poder una vez cancelada la realidad que la sustenta, y que al menos sigue imponiendo su influencia en las nuevas representaciones a través de las que se configura la nueva realidad. Tal es, en realidad, el poder represivo de la institución y de la cultura. A las sucesivas pretendidas superaciones de estructuras como las del arte, la fe cristiana o el autoritarismo, el sistema reacciona institucionalizando tales rupturas y proyectando imágenes subvertidas de las mismas que funcionan a modo de antídoto frente a la emergencia desequilibrante. La institución encarna en todos los casos la persistencia de lo que fue una tal emergencia a través de las representaciones. Dichas representaciones están unas veces congeladas, otras en estado de descomposición. De hecho, el propio acto de apropiación de la representación efectuado por Perseo sirve de modelo a toda una nueva estrategia de resistencia cultural.

2. Se conoce como "movimientos sociales de segundo orden" a la nueva praxis social emergente capaz de poner en práctica una "praxis de la teoría" frente a aquella "teoría práctica" clásica que pretendía orientar la movilización desde conceptos. La teoría sobre los movimientos sociales afronta el problema de teorizar, desde la acción del sujeto, la acción de sujetos que se construyen a sí mismos en el proceso de construcción de la realidad. Busca estabilizar y dar sentido a ese juego de espejos, de forma que no produzca más diversidad de la que es procesable. La teoría, así concebida, sirve a la conservación del sistema mediante la reproducción metadiscursiva del discurso dominante: se conforma a sí misma según ese discurso, se conforma con él. La investigación de primer orden, como teoría de la sociedad, aprehende su objeto objetualizándolo, necesita dar corporeidad a la instantánea ilusión de control y manipulabilidad. Su supervivencia como teoría se cifra en su capacidad para integrar las diferencias en el sistema, así como la supervivencia del sistema se cifra en su capacidad para controlar las emergencias a través de la teoría. Los nuevos movimientos sociales de segundo orden enfrentan al sistema no la diferencia, sino la construcción de una diferencia, una actividad en proceso que se delimita contra el sistema mediante una objetivación crítica del mismo. Los movimientos de segundo orden producen paradojas a través de la autorreferencialidad: no son identidades marginales del sistema que la teoría pueda subsumir, sino que se construyen a sí mismos como puntos de fuga del sistema, sistemas imaginarios o teorías ilusorias. El juego no es el de unas clases contra otras, sino el del condividuo contra las redes, la ubicación de nuestras elecciones en un sistema cerrado (teoría social) como tendencias o abierto (práctica social) como acciones.

Ante cada enunciado divergente el sistema elabora un reflejo invertido del mismo que lo constituye en tendencia. Ante cada corriente convergente del sistema el movimiento de segundo orden elabora un reflejo invertido que promueve enunciados divergentes. La lucha entre los sistemas se sitúa al nivel de los discursos. Los conflictos no se expresan principalmente a través de una acción dirigida a obtener resultados en el sistema político, sino que representan un desafío a los lenguajes y códigos culturales que permite organizar la información. Tal dinámica de desafío constante a la organización no es sino el establecimiento como praxis normalizada de la de la propuesta situacionista que, si bien percibe que las palabras 'trabajan' a cargo de la organización dominante de la vida, reconoce todavía que "para desgracia de todos los teóricos de la información, las palabras no son en sí mismas 'informacionistas': en ellas se manifiestan fuerzas capaces de desbaratar los cálculos ("All the King's Men").

En la sociedad postindustrial e informatizada (la cabeza de Medusa trastabillando en la grupa de Pegaso) esta dinámica de integración no se produce ya tanto en el nivel de los discursos y su sentido (acción en profundidad que ya no resulta rentable en un sistema que se basa en el "movimiento" del capital y en la intercambiabilidad de toda producción simbólica) como en el de los canales y su apropiación. No sólo el medio es el mensaje, sino que determinados signos recuperan el poder de catálisis del símbolo transformándose ellos mismos en medios y renunciando así a la identidad consigo mismos que daba al símbolo su autoridad. Son lo que pasa por ellos. Se concibe dicha autoridad como un "medio de comunicación".

La ilustración que acompaña este texto es una manipulación llevada a cabo por un grupo de acción antifascista de un signo institucional millones de veces reproducido. El signo original aparece en numerosas papeleras y artículos de consumo, es decir, habla desde las instituciones del poder y del mercado. Su sentido original es una invocación a la urbanidad de todos los ciudadanos cuyo objetivo es que mantengan limpias las calles, depositando los envases y papeles en las papeleras. Independientemente de su legitimidad moral el signo traza una tendencia convergente, algo que nos permitirá vivir con menos desorden dentro de la comunidad. La manipulación efectuada por "Acción Antifascista" consiste en poner en lugar del papel un emblema nazi, con lo cual el "Mantén limpia tu ciudad" adquiere sin duda otro sentido. También puede significar una invocación al individuo a que se libere de la "mierda" en un sentido psicoanalítico, de todas aquellas cosas que le reprimen o que tiene reprimidas y que son causa sin duda del carácter violento de determinados grupos parafascistas. En la medida en que el colectivo mantiene un discurso que identifica el capitalismo y en general todo sistema autoritario con un determinado tipo de fascismo es posible que el signo se revuelva así contra su origen, denuncie por vía indirecta las verdaderas intenciones de su autor. Con una simple manipulación y una gran economía de medios el mensaje llega con rapidez e impacto, pues se trata de un signo que llevamos incorporado, que entendemos de inmediato porque ya apenas lo vemos: lo suponemos. El mismo signo millones de veces reproducido en la calle apenas nos afecta, pero este encuentro fortuito con su manipulación produce una apertura en la tendencia y se hace visible porque crea un nuevo marco de referencia.











El canal privado de televisión Canal + ha elaborado recientemente un logograma para su campaña publicitaria "Cada día hay menos gente que entiende la tele sin Canal +" en el cual aparece el ya simpático monigote, pero en el lugar del papel y del emblema nazi aparece ahora un televisor [campaña realizada en 1996]. Canal + pertenece a una empresa de comunicación que mantiene buenas relaciones con el anterior gobierno, hoy en la oposición, y siempre ha mantenido un supuesto discursivo que identificaba el actual gobierno con la derecha dura. El hecho de que con el cambio de gobierno el PSOE haya perdido el control sobre los medios de comunicación públicos y conserve sólo la adhesión del canal de pago hace imposible que no veamos malicia en la peculiar traducción del signo que los publicistas de Canal + han realizado, aprovechando tanto el poder de reconocimiento que el signo original posee como el reflejo invertido del grupo antifascista. Se trata de un ejemplo banal de lucha por el espacio de los signos y la aplicación de referentes, pero refleja en gran medida la dinámica real de la comunicación entre subsistemas.

3. Existe un punto en que toda acción humana queda procesada y convertida en tendencia del sistema. Ante cada enunciado divergente el sistema elabora un reflejo invertido (vertido dentro, vertida la acción en la tendencia) del mismo que lo incorpora y los disuelve como tal diferencia. Pero existe también el momento de la diferenciación consciente, en el que el individuo contempla el sistema en su conjunto y elabora puntos de fuga, adaptando su identidad a las fallas del discurso del sistema y promoviendo preferentemente otros subsistemas alternativos. Interviniendo la realidad a través de su representación, tal como hiciera Perseo, mediante el "desvío", la performance política o el atentado estético, el individuo o el grupo social participa en la construcción de los supuestos que rigen el entorno sociocultural.

El sistema abarca todos los sistemas de enunciados, pero el individuo es el entorno del sistema que elabora sus propias representaciones invertidas del mundo y discursos fundadores de otros mundos mediante la crítica y la acción social, y sobre todo desmitifica el lenguaje del poder (léase también "publicidad"). La teoría tiende a la reducción de complejidad, pues su estructura es aprehensiva y su objetivo el control. Los nuevos movimientos sociales no se integran en el sistema a la manera en que lo hacen los subsistemas de comunicaciones en que el sistema se organiza y cuya coherencia gestiona, sino que lo hacen como elaboradores conscientes de complejidad y desorden. Los sistemas sociales de segundo orden, construidos por y para la movilización y la acción social no adecúan sus mensajes a la coherencia del sistema, sino de acuerdo a su propia coherencia autorrealizativa que les exige definirse siempre en contra del sistema.

Lo propio del sistema de referencia es transformar las acciones creadoras en tendencias sociales reguladas, el movimiento en movida, el cuestionamiento gay de la familia en matrimonio homosexual, el antipatriarcalismo feminista en el día de la mujer. Lo propio de la teoría es ofrecer herramientas de control al sistema. Lo propio del movimiento social de segundo orden es transformar los enunciados en posibilidades de acción, la objeción de conciencia en insumisión fiscal y en los cuarteles, y las movilizaciones estudiantiles contra las tasas en cuestionamiento radical del sistema capitalista. Lo propio de la crítica práctica es ofrecer herramientas de fuga a la acción social.

Como medio de acción social, la construcción de la propia identidad a través de la recepción crítica y la producción de discursos produce un fenómeno irreductible porque fuerza marcos de referencia alternativos. Diversos estudios realizados en los ochenta sobre el paradigma "azul-verde" muestran que los enunciados de las minorías que plantean disonancias producen más conversión social a nivel inconsciente porque comparten con la opinión mayoritaria el mismo estatus cognitivo: a pesar de poseer una fuerza potencial mucho menor, resultan igual de visibles. En la construcción de códigos lingüísticos encuentra la acción social su estrategia más eficaz porque en este ámbito sus acciones no se suman acumulativamente al sistema, teniendo que competir con él con medios de reproducción de realidad mucho más poderosos, sino que plantean disonancias que fuerzan al sistema a la reelaboración constante de sus mitos.

publicado en Amano # 5 (febrero 1997)

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